#CEOSDELFUTURO: Mi newsletter con consejos y experiencias para fundadores y directivos en plena evolución
Qué pregunta nunca me hizo un CEO
Después de años mentoreando a líderes, hay algo que me sigue llamando la atención:
Ningún CEO me preguntó jamás "¿Qué debería desaprender para poder crecer?".
Todos quieren sumar. Más herramientas. Más frameworks. Más hacks.
Pero casi nadie se anima a revisar lo que ya tiene incorporado… y que hoy le está frenando el avance.
El problema no es lo que te falta. Es lo que te sobra: creencias viejas, fórmulas mágicas caducas y hábitos que en otro momento sirvieron, pero ahora son anclas.
Lo más peligroso de todo esto es que funciona. Sí, tu fórmula actual todavía da resultados… pero cada vez menos.
Y como no duele, no lo cuestionas.
Hasta que un día, te das cuenta de que te pasaron por arriba.
¿Quieres un ejemplo?
El CEO que todavía cree que delegar es dar órdenes y controlar entregables. Porque así creció. Porque así lo formaron. Porque así "funciona".
El resultado: equipos asfixiados, líderes que se van, y él repitiendo que “la gente ya no tiene compromiso”.
Otro clásico: pensar que liderar es resolver todo rápido.
Sin tiempo para pensar. Sin pedir ayuda. Sin mostrar dudas. Esa idea heroica de liderazgo es uno de los virus más silenciosos del fracaso.
La solución no es sumar más.
Es resetear.
Primero, detecta qué patrones estás repitiendo en piloto automático.
Para eso, hace una lista brutalmente honesta de las frases que te repetís cada vez que hay problemas.
"Si no lo hago yo, no sale". "Después lo explico bien". "No tienen la misma vara que yo".
Ahí están tus limitaciones. En frases que suenan lógicas, pero que te están saboteando.
Segundo paso: elegí una de esas ideas y hace exactamente lo contrario por una semana.
¿Crees que, si no revisas todo, el equipo se va al pasto?
Proba no revisar nada. Mira qué pasa.
El caos no es tan caótico como piensas. A veces, es el principio de algo mejor.
Tercero: hace espacio para el conflicto.
Si nadie en tu equipo te cuestiona, no tienes liderazgo. Tenes obediencia. Y la obediencia mata la innovación.
Pedí que te desafíen. Invita a que te corran del centro.
El que no incomoda, no crece. Ni vos, ni ellos.
Cuarto paso: aprende a tolerar el error ajeno.
Deja que tu equipo se equivoque. Deja de “salvar” situaciones todo el tiempo.
Tu rol como CEO no es evitar errores, es crear contextos seguros para aprender rápido.
Y por último, instala una rutina mensual para preguntarte:
¿Qué me funcionaba antes, pero ya no?
La gente cambia. El negocio cambia. ¿Por qué vos no?
No revisar tus ideas fijas te puede costar caro.
Vas a quedar atrapado en una versión vieja de vos mismo, liderando un mundo que ya no existe.
Y el golpe no avisa.
Cuando lo ves, ya es tarde: el talento se fue, los clientes eligieron a otro, y vos seguís corrigiendo errores que ya nadie comete.
El liderazgo del futuro no es un upgrade. Es una limpieza profunda. Es resetear. Es reaprender desde cero, aunque duela.
Porque si no estás dispuesto a dejar atrás lo que ya no sirve, vas a terminar siendo el mayor obstáculo para tu propio crecimiento.
Entonces, ¿Qué parte de vos necesita morir para que tu liderazgo evolucione?
¿Listo para cambiar el rumbo de tu carrera?
Si te atreves a transformar tus desafíos en oportunidades, estoy a un mensaje de distancia.
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¡Nos vemos la próxima semana con más consejos para revolucionar tu potencial!